Pues tan solo quiere decir “cabeza grande”
En los controles de salud, los pediatras tomamos los “datos antropométricos”: peso, talla y perímetro craneal. A los padres y madres siempre les interesa mucho el peso y la talla, y dejan un poco al lado el tema del perímetro craneal.
A los neuropediatras es la medida que más nos interesa. ¿Por qué? Porque nos dice indirectamente cómo se ha desarrollado y cómo se está desarrollando el cerebro. Por ejemplo, tener la cabeza pequeña (microcefalia) puede ser un indicador de que el cerebro no se está desarrollando con normalidad, lo que obliga a una valoración neuropediátrica.
Para hablar de macrocefalia (cabeza grande) es necesario tener una serie de cosas en cuenta:
- Variaciones de la normalidad. Si tus padres tenía la cabeza grande, es normal que tú tengas la cabeza grande. ¡Es la genética! Por eso también solemos medir el perímetro craneal de los progenitores dentro la valoración. Cuando vemos que el perímetro craneal crece a una velocidad superior a la que le correspondería, es necesario una valoración neurológica. Si por el contrario, siempre ha tenido la cabeza grande en los mismos percentiles a lo largo de su desarrollo, probablemente no se trate de nada importante.
- Síntomas asociados. Valoramos principalmente desarrollo psicomotor. Si hay un retraso psicomotor asociado es un dato de alarma a tener en cuenta. Intentamos también ayudarnos siempre que es posible con técnicas de imagen que complementen la valoración.
- En nuestro caso, la ecografía cerebral transfontanelar es de gran ayuda, ya que podemos ver el cerebro “por dentro” a través de una técnica a pie de paciente y sencilla. Siempre que es posible, intentamos realizarla de manera sistemática en la valoración de macrocefalias.