Amado Clínica Pediátrica

La importancia de establecer unos hábitos de sueño adecuados

Comida y sueño son dos aspectos que nos traen de cabeza con los niños. Ambos tienen un nexo común: la necesidad de establecer unos adecuados hábitos.

Comer y dormir es algo que tiene que hacer todos los días. Por tanto, para comer y dormir bien nuestros niños tienen que tener adquiridos unos buenos hábitos en base a la repetición. Por supuesto respetando sus preferencias y adaptándonos a cada niño y momento evolutivo, pero intentando proporcionarles una adecuada seguridad y un ambiente predecible.

Si algo no funciona, cámbialo. Cuando un niño no come (una vez excluidas causas médicas que debes consultar siempre con tu pediatra), cambia la estrategia que estás siguiendo. Al perpetuar esa estrategia, seguirás obteniendo los mismos resultados. Hay que cambiar, y mantener ese cambio en el tiempo para establecer unos hábitos adecuados.

Con el sueño es lo mismo.

¿Hay una única forma de abordar el tema del sueño? No, hay tantas formas como familias distintas. No existen pautas universales aplicables a todas las familias. Y decimos familias porque en el sueño el 70% es el entorno, y el 30% es el niño.

Debemos proporcionarle un entorno seguro y predecible al niño. El mismo sitio, la misma cama, los mismos objetos, el mismo “ritual” previo a dormir. Si cada día cambiamos ésto, el niño cada día responderá de una manera distinta. No sabrá anticipar lo que va a pasar.

En este sentido es interesante el uso de “totems”, objetos con aporten seguridad los niños. Puede ser un trapito, un peluche… Deben tenerlos cerca para sentirse seguros cada día.

Las cosas que hagamos previo a la hora de dormir, tienen que ser siempre las mismas. Baño-cena-cuento no es lo mismo que cena-baño-tv. No esperemos que ocurra lo mismo.

Tampoco puede acostarse un día a las 20:30 y al siguiente a las 23 horas. Las horas de acostarse deben ser las mismas.

Al hilo de la tv, como ya comentamos aquí, no es nada recomendable la exposición a pantallas electrónicas a partir de las 19-20 horas. Esta exposición interfiere en la secreción de melatonina, causando un retraso de la fase de sueño.  

Fácil de decir, difícil de hacer. Aquí estamos para echar una mano.

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